Por alguna razón, los cineastas asiáticos han destacado constantemente en tal aspecto. Las películas de tortazos favoritas provienen de sus manos. Siempre se las arreglan para ofrecer las mejores, más variadas y más disfrutables coreografías, humillando y dejando en pañales a casi cualquier director de cine americano o europeo que se dedique a la acción.
The Night Comes for Us es una película indonesia escrita y dirigida por Timo Tjahjanto recién estrenada en Netflix. Aquellas personas que tuvieron la oportunidad de verla en el festival de Sitges la compararon con The Raid (una de las mejores películas de artes marciales jamás rodadas). Mis ganas de verla no podían ser más altas. En lo personal, pienso que el cine de acción actual está decayendo a pasos agigantados con cada año que pasa, y por eso cada vez que un filme de este estilo es estrenado tengo puestas grandes esperanzas en él.
¿Qué me ha parecido, pues, The Night Comes of Us? ¿Merece la pena verla?
En contra de la opinión popular, la película me ha dejado frío y decepcionado. Últimamente no hay nada capaz de saciar mis expectativas, lo sé. Espero (sinceramente) que no se deba a que me esté volviendo un amargado incapaz de disfrutar (mi único objetivo, al fin y al cabo). Sea lo que sea, considero que esta obra es otro ejemplo más de un increíble potencial despilfarrado. Por supuesto, pienso argumentar ahora mismo el porqué de mi opinión. Quédate si quieres leerlo.
The Night Comes for Us da lo que promete: escenas salvajes de acción y crueldad desmedidas. Si te gusta el gore o la sangre chorreando a borbotones, esta es tu cinta. No se corta un pelo a la hora de mostrar violencia gráfica, aspecto que le otorga puntos extra para mí. Estoy harto de esa violencia tan inofensiva y calmada que nos ha asaltado en las pantallas esta década. ¿Dónde han quedado los golpes que duelen de verdad? La violencia no tiene por qué hacer mejor a una película, pero hay casos en los que es necesaria, y este es uno de esos. Sin ella no habría tensión, pues la sensación de auténtico peligro sería inexistente. Hasta que el espectador no ve que cualquiera puede morir (y de formas absolutamente atroces), no toma el asunto en serio de verdad.
Los jóvenes pueden presenciar este festín grotesco con el único propósito de pasar un buen rato sabiendo que es una ficción, y ni se van a traumatizar, ni se van a convertir en asesinos. La explosión de sangre y tripas logra que la experiencia sea increíblemente disfrutable, una bomba de diversión sin límites, perfecta para despejar un rato la mente de nuestra aburrida realidad (más violenta que cualquier película jamás estrenada).
Los actores son excelentes luchadores y ponen toda la carne en el asador. Qué decir de Iko Uwais que no se haya dicho ya. Ojalá prosiga con su excelente trayectoria y continúe ofreciéndonos grandes obras de acción como hasta ahora.
Por lo general, el filme cumple. El público debe ser consciente del tipo de cine que va a ver, y en consecuencia, no pedir peras al olmo. Yo no la odio en absoluto, pues me entretuvo durante 2 horas y, ocasionalmente, se descolgó con excelentes momentos de gran intensidad sumamente satisfactorios. Aun así, creo que comete una serie de fallos imperdonables dentro de sus objetivos primordiales. El hecho de que sea una película puramente de acción no la salva de ciertas carencias que comentaré en breve. Incluso limitándonos a lo que se espera dentro de su propio género cinematográfico, deja mucho que desear.
Antes de nada, tenemos la historia. Soy consciente de que, en ocasiones como esta, la trama toma un plano secundario que sirve para poco más que introducir la próxima pelea. No obstante, el guion debe poseer un mínimo para que nos interese lo que presenciamos. No es necesaria gran complejidad. Con algo simple se pueden hacer grandes cosas. Lo único obligatorio es la inmersión del espectador: a este debe importarle quién muere y quién vive. Ahí empiezan los problemas.
A la extensa mayoría de personajes les falta carisma, sobre todo al protagonista (opacado por Uwais). El planteamiento que desencadena la locura (un ex-mafioso lo abandona todo para salvar a una niña) es imposible de tomar en serio por culpa de cómo está tratado, y por ende, las motivaciones no llegan a funcionar en ningún momento (a veces son tan descaradamente incoherentes y absurdas que empeoraban el visionado). Nada de lo ocurría consiguió importarme ni un poquito. Me daba igual lo que pasara con la niña, me daba igual la relación vacía entre el protagonista y el antagonista, me daban igual los personajes secundarios que morían por razones difusas (haciendo imposible que yo forjara una conexión con ellos). ¿Quién es la pava que aparece a la mitad de la película? ¿Qué quiere, por qué hace lo que hace? ¿Y por qué, tan misteriosamente como ha venido, se va? Así se desperdicia un personaje femenino que podría haber sido brutal, y acaba resultando indiferente. Además, en una película como esta es esencial un villano de categoría. ¿Este malo maloso qué cojones busca, y por qué solo siento apatía cuando sale en pantalla? ¡Cliché!
Las peleas no siguen una narrativa natural. El hilo que lleva de escena en escena es extremadamente artificial. La película no funciona como conjunto ya que las escenas no fluyen, sino que están forzadas y no hay cohesión entre ellas. Las cosas pasan "porque sí" y debes aceptarlo como si nada. Pues no lo trago, lo siento.
Me da pena, ya que se ha malgastado el potencial de otros personajes geniales, como las lesbianas asesinas (dúo anecdótico con apenas un par de escenas a lo largo del metraje).
No pido el guion de El Padrino, pero sí pido protagonistas interesantes y una historia que me haga sentir parte de los hechos narrados. No la he encontrado aquí.
Las escenas de pelea son vitales en una cinta como esta. He de admitir que sí, están bien realizadas y parecen oro puro en comparación con las producidas por Hollywood hoy en día. Muchas de ellas son una gozada visual y estéticamente hermosas. Ahora bien, no están ausentes de fallos. Las encuentro (bastante) por debajo del nivel que el cine asiático suele ofrecer, y es una pena sabiendo lo increíbles que podrían haber sido.
El primer aspecto que destaca (para mal) es la pésima calidad a la hora de dirigir los combates, sobre todo en lo referente a los extras. Vale, los actores saben luchar y hay buenas tomas, pero se siente demasiado obvio el hecho de que las peleas están coreografiadas. No son naturales ni fluídas. Los movimientos son lentos y excesivamente falsos. No se consigue que parezcan lo más real posible, ni se oculta la ficción de forma eficiente. En situaciones de uno contra muchos, los planos nos permiten ver a los extras quietos, esperando su turno para atacar. Así se transmite una sensación de perfecto orden que no pega en absoluto con el caos que la cinta quiere alcanzar. Encima, estos enemigos de poca monta son demasiado ineptos en su trabajo. Ni el guionista ni el director saben cómo manejarlos, de manera que realizan fatal sus funciones. No son amenazas en combate y continuamente toman las típicas decisiones patéticas que permiten a nuestros héroes ganar. Al final, la tensión termina siendo muy pobre. A mi ver, la única batalla que se salva es la final, el esperado uno contra uno de Iko Uwais y Joe Taslim. Es bestial, pero no salva a la película.
En resumen: The Night Comes for Us no es la próxima The Raid. Siento decir esto (sé que las comparaciones son odiosas, perdonadme) pero esta última es infinitamente superior en todos los aspectos salvo el de violencia puramente gráfica. Viendo la saga de Gareth Evans puedo entender por qué el filme que nos ocupa (The Night Comes for Us) ha fracasado en su afán de crear una competente cinta de acción y tensión.
6,25/10.