Cuando una persona quiere ampliar su conocimiento sobre el mundo del cine con el objetivo de saborear nuevas experiencias de un nivel 'superior' (por decirlo de alguna forma), cuando se buscan aquellas pequeñas joyas poco conocidas por el público general debido a su naturaleza "anti-comercial"... en fin, cuando uno anhela cine de calidad es inevitable encontrarse, tarde o temprano, con la figura de Ingmar Bergman. Yo, personalmente, tenía muchas ganas de empaparme en la obra de este cineasta sueco, y gracias a las sesiones semanales que se están proyectando en uno de mis cines de confianza (Málaga Nostrum) he hallado la excusa perfecta para comenzar. Estamos en una buena época para descubrir su legado. Id al cine a verlo, si podéis. Os lo recomiendo encarecidamente.
Höstsonaten es un filme (¿casi?) teatral. Su trama se desenvuelve mediante el uso continuo del diálogo, con apenas cuatro intérpretes en una sola localización concreta y un período limitado de tiempo. Este tipo de películas son un arma de doble filo: por una parte, hay una gran posibilidad de que acabe siendo aburrida, monótona y simple en exceso; no obstante, en el caso de que se haga bien, el resultado puede dar lugar a obras maestras únicas que guardan un mérito mucho mayor que cualquier otra cinta convencional (como, por ejemplo, 12 hombres sin piedad, Reservoir Dogs o La Huella).
Y Höstsonaten cae en esa última categoría.
Su éxito reside en la calidad de los diálogos, las trágicas implicaciones de la historia, la dirección sobria e íntima de Bergman y la arrolladora potencia dramática de las dos actrices principales.
Esta crítica será breve, ya que Sonata de Otoño goza de gran sencillez (de hecho, podría decirse que la película está compuesta por dos escenas, nada más) y puede resumirse perfectamente con el párrafo anterior. Efectivamente: estamos ante una de esas piezas magistrales capaces de demostrarnos que no es necesaria una cantidad inmensa de dinero para atrapar y conmocionar al espectador.
Los detractores de Bergman siempre le han acusado de ser demasiado "metafórico", "ininteligible" o "indescifrable" (cosa de la que yo aún no puedo dar fe, pero comprobaré por mí mismo dentro de poco). Bien, pues en esta ocasión es todo lo contrario. El guión es cristalino como el agua y contundente como una locomotora. Las sutilezas son abandonadas por un mensaje que no se esconde, sino que quiere ser oído alto y claro. Ver Höstsonaten no es una experiencia amena o agradable. Se trata de un filme agresivo y muy duro de ver. Habrá muchos (muchísimos) que no salgan contentos de la experiencia, quizás hasta no quieran volver a verla... y es ahí donde reside uno de los varios testimonios que afirman su grandeza. En la vida, enfrentarse contra ciertos tópicos es incómodo, sí, pero también necesario. Y si una película es capaz de dejarte tan impactado y reflexivo de forma totalmente intencionada, sabes que ha hecho un trabajo impecable.
Ingrid Bergman y Liv Ullmann, habéis dejado vuestra huella en la historia del cine dando dos de las actuaciones más intensas y reales de todos los tiempos, en un duelo interpretativo que no para de crecer y crecer, superándose ambas con cada nuevo diálogo que ofrecen. Sobre ellas reside gran parte del peso de la obra, y es debido a ellas que Höstsonaten ha alcanzado su máximo potencial y se termina de confirmar como una de las mejores películas jamás rodadas. Han sabido dar vida a un guión magistral que representa el pilar principal del filme. Cada frase, cada escena, cada monólogo, cada descubrimiento, cada revelación y cada posterior consecuencia de todo lo mencionado se conjuntan para dar forma a una historia que es contada de forma simple, pero detrás guarda un sinfín de matices increíblemente complejos. Bergman imprime el drama con esos primeros planos de gran intimidad y poder emotivo, sacando a relucir lo mejor de sus actrices y su guión.
Me impresiona cómo, con tan poco, se habla de tantas cosas: personas infelices, aprisionadas y atormentadas que han transmitido (¿sin querer?) esa agonía a las generaciones siguientes, a los familiares, a los amigos. Sentimientos y libertades reprimidas chocan, sin caer en lo lacrimógeno o exagerado. La figura materna es esencial y, de no ser llevada a cabo correctamente, puede traer terribles efectos en personas inocentes (nótese cómo la hija mayor es saludable físicamente y tiene carencias psicológicas, mientras que la menor tiene deficiencias físicas pero nunca dejó de amar a la madre). Al final el perdón es vital, sin embargo, el filme nos deja con una nota de ambigüedad respecto de la culpa y la responsabilidad... para que saquemos nuestras propias conclusiones.
Höstsonaten no es una película "perfecta". Algunas subtramas se dejan abiertas sin suficiente propósito o explicación, y ciertos personajes (como el marido) no poseen un arco argumental definido. A veces, el diálogo es excesivo en detalles poco o nada relevantes (esto solo ocurre, a mi ver, al principio de la cinta), y muy seguramente su aire teatral y cargado de conversaciones sea demasiado difícil de tragar para gran parte de los espectadores... Pero estas minucias no son capaces de empequeñecer una cinta tan redonda, que acapara una cantidad tan vasta de detalles, cuyas "limitaciones" o "carencias de medios" (probablemente autoimpuestas voluntariamente y de buena gana) no hacen más que ensalzarla y darle una mayor sensación de obra maestra al conjunto final.
Quizás, hablando en términos de satisfacción personal pura y dura, esta producción de Bergman se acerque más a un 8.75. No obstante, siento que no me parece nada justo colocarla en tal categoría, puesto que cuando la comparo con el resto de películas a las que he otorgado la misma nota... sale ganando fácilmente. Höstsonaten se ha ganado, con todas las de la ley, su merecidísimo 9/10.
Los detractores de Bergman siempre le han acusado de ser demasiado "metafórico", "ininteligible" o "indescifrable" (cosa de la que yo aún no puedo dar fe, pero comprobaré por mí mismo dentro de poco). Bien, pues en esta ocasión es todo lo contrario. El guión es cristalino como el agua y contundente como una locomotora. Las sutilezas son abandonadas por un mensaje que no se esconde, sino que quiere ser oído alto y claro. Ver Höstsonaten no es una experiencia amena o agradable. Se trata de un filme agresivo y muy duro de ver. Habrá muchos (muchísimos) que no salgan contentos de la experiencia, quizás hasta no quieran volver a verla... y es ahí donde reside uno de los varios testimonios que afirman su grandeza. En la vida, enfrentarse contra ciertos tópicos es incómodo, sí, pero también necesario. Y si una película es capaz de dejarte tan impactado y reflexivo de forma totalmente intencionada, sabes que ha hecho un trabajo impecable.
Ingrid Bergman y Liv Ullmann, habéis dejado vuestra huella en la historia del cine dando dos de las actuaciones más intensas y reales de todos los tiempos, en un duelo interpretativo que no para de crecer y crecer, superándose ambas con cada nuevo diálogo que ofrecen. Sobre ellas reside gran parte del peso de la obra, y es debido a ellas que Höstsonaten ha alcanzado su máximo potencial y se termina de confirmar como una de las mejores películas jamás rodadas. Han sabido dar vida a un guión magistral que representa el pilar principal del filme. Cada frase, cada escena, cada monólogo, cada descubrimiento, cada revelación y cada posterior consecuencia de todo lo mencionado se conjuntan para dar forma a una historia que es contada de forma simple, pero detrás guarda un sinfín de matices increíblemente complejos. Bergman imprime el drama con esos primeros planos de gran intimidad y poder emotivo, sacando a relucir lo mejor de sus actrices y su guión.
Me impresiona cómo, con tan poco, se habla de tantas cosas: personas infelices, aprisionadas y atormentadas que han transmitido (¿sin querer?) esa agonía a las generaciones siguientes, a los familiares, a los amigos. Sentimientos y libertades reprimidas chocan, sin caer en lo lacrimógeno o exagerado. La figura materna es esencial y, de no ser llevada a cabo correctamente, puede traer terribles efectos en personas inocentes (nótese cómo la hija mayor es saludable físicamente y tiene carencias psicológicas, mientras que la menor tiene deficiencias físicas pero nunca dejó de amar a la madre). Al final el perdón es vital, sin embargo, el filme nos deja con una nota de ambigüedad respecto de la culpa y la responsabilidad... para que saquemos nuestras propias conclusiones.
Höstsonaten no es una película "perfecta". Algunas subtramas se dejan abiertas sin suficiente propósito o explicación, y ciertos personajes (como el marido) no poseen un arco argumental definido. A veces, el diálogo es excesivo en detalles poco o nada relevantes (esto solo ocurre, a mi ver, al principio de la cinta), y muy seguramente su aire teatral y cargado de conversaciones sea demasiado difícil de tragar para gran parte de los espectadores... Pero estas minucias no son capaces de empequeñecer una cinta tan redonda, que acapara una cantidad tan vasta de detalles, cuyas "limitaciones" o "carencias de medios" (probablemente autoimpuestas voluntariamente y de buena gana) no hacen más que ensalzarla y darle una mayor sensación de obra maestra al conjunto final.
Quizás, hablando en términos de satisfacción personal pura y dura, esta producción de Bergman se acerque más a un 8.75. No obstante, siento que no me parece nada justo colocarla en tal categoría, puesto que cuando la comparo con el resto de películas a las que he otorgado la misma nota... sale ganando fácilmente. Höstsonaten se ha ganado, con todas las de la ley, su merecidísimo 9/10.
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