martes, 16 de mayo de 2017

Oda al mejor alienígena de todos los tiempos: "Alien: El Octavo Pasajero".

¿Qué es esto, una crítica a la primera película de Alien? ¿O un homenaje a la misma? ¿O ambas cosas? Yo qué sé. Si te apetece descubrirlo te invito a seguir leyendo, yo te lo agradeceré. He puesto mucho cariño en lo que estás viendo.
Aviso de antemano, esta crítica puede que alcance a ser la más subjetiva que he escrito hasta ahora en el blog. ¿Eres de aquellos a los cuales no les gusta leer cosas sobre la vida de los demás? No te sugiero continuar.

Considero Alien una de las mejores películas que se han rodado nunca. Y más aún: considero que, muy probablemente, tiene a uno de los mejores, más temibles, terroríficos, misteriosos, interesantes, originales y mejor diseñados villanos de la historia del arte humano; el xenomorfo, al cual yo siempre he llamado y seguiré llamando "Alien" a secas. Por supuesto, es de lejos mi representación favorita de un alienígena jamás hecha. Conozco todas sus diferentes formas y comportamientos (la reina, el guerrero, el común, incluso el "pred-alien"). Siempre me fascinó su "mini-boca" dentro de la boca que usaba para reventar cabezas; su cola asesina que usaba para ensartar a todo dios; su sangre ácida que lo hacía un enemigo más formidable todavía si cabe; y su peculiar forma de reproducirse, siendo al principio un parásito que instala un embrión dentro de los cuerpos orgánicos para completar su desarrollo a una velocidad vertiginosa. En serio, ¿ha habido, hay ahora, o habrá en el futuro un monstruo tan genial como este? En lo que a sensación de peligro se refiere. En lo que a incomodidad se refiere. En lo que a superioridad se refiere... Permitidme dudarlo.

¿Y de dónde proviene toda esa carga simbólica hacia El Octavo Pasajero?
Esta película tiene un valor especial para mí porque con ella empezó todo. Efectivamente, es la primera película que recuerdo haber visto en mi vida. Para algunos eran clásicos de Disney u otras películas animadas. En mi caso, a los 4 años tuve la suerte de ver Alien por primera vez; mi padre me la puso. Fue peculiar, para qué mentir. No obstante, nada podría haber sido más acertado. Aquel fue el instante cero, el desencadenante primario de mi amor por el cine.

Comenzó una época en la que estuve totalmente obsesionado. Jugaba a ser un Alien, dibujaba cómics de Aliens, escribía relatos de Aliens, me compraban muñecos de Alien. De hecho, como "dibujante" que me considero, me siento orgulloso cuando afirmo que uno de los personajes que más veces he dibujado es al Alien, y a su vez, es uno de los personajes que mejor se me da retratar.
Jamás podré explicar en su totalidad la inmensa influencia que este ser produjo sobre mí en mi infancia, adolescencia y hasta la mismísima actualidad.
Amé todas las de la saga. Aliens: El Regreso (Alien 2) me pareció una obra maestra absoluta y un nuevo enfoque genial para la saga con grandes dosis de acción; Alien 3 me gustó mucho la primera vez, y aunque en los visionados posteriores haya perdido un poco, me seguirá gustando por siempre.

Pero es esta, la primera, la obra cumbre. Ridley Scott construyó una de las atmósferas más asfixiantes y aterradoras en la Nostromo, donde la incertidumbre y la tensión predominaban en todo momento. La nave comercial se enfrenta al organismo perfecto de destrucción y, encima, no saben toda la verdad del lío en el cual se han metido. Uno de los giros más alucinantes de la historia del cine nos golpeaba el cráneo y nos demostraba que el único villano aquí no era el Alien. Como siempre, el hombre es un lobo para el hombre; a pesar de estar metidos en una nave con un arma asesina que anda por las paredes, los seres con menos escrúpulos y más repulsivos sigue siendo los humanos de la compañía Weyland.
Esta película es ante todo, impactante. La puesta en escena es oscura e intensa. La violencia es sucia, incómoda; pero elegante. ¿Cómo es posible esta mezcla? Solo Ridley en su época de apogeo sabía cómo hacerlo. Sabía qué mostrarte, y qué no; para que en tu interior aumentara progresivamente una desagradable sensación de inquietud.
En ciertas partes los efectos especiales han envejecido, no obstante eso no quita ni un ápice del mérito que tiene ni del estrés que produce la primera vez que la ves. De todas maneras, lo que no ha envejecido (ni envejecerá nunca) es la fantástica fotografía y los efectos prácticos: aún con más de 30 años a las espaldas, siguen invictos hoy día.

Además, constribuyó a la creación de una de las mejores y más "badass" heroínas de la historia del arte, Ellen Ripley. Su desarrollo fue mejorado notablemente en la segunda parte, sin embargo ya desde el comienzo en esta entrega se nos ofreció un personaje digno de admiración consagrado como uno de los mejores jamás vistos, el cual propulsó la carrera de la siempre genial Sigourney Weaver; quien a pesar de no figurar entre las más "hermosas" (en el ámbito puramente estético) de Hollywood, se consagró como una de las mejores actrices con su excelente interpretación (que como he dicho, mejoraría en la segunda, pero eso es ya tema para otro día).

En mi humilde opinión, una de las películas más inspiradoras de todos los tiempos.
A mí, por lo menos, me inspiró más que casi ninguna otra.

Una obra maestra atemporal. No envejece.
La mejor obra de ciencia-ficción de la historia, solo superada, quizás, por 2001.

Un 10/10, y porque no hay más.

1 comentario: