domingo, 18 de marzo de 2018

El verdadero acierto de My Hero Academia (Reseña Boku No Hero Academia, 1ª y 2ª temporada).

Wow, he optado por un título atrevido, ¿eh? Siendo una serie de la que todo el mundo ha hablado quizás sea estúpido por mi parte pensar que tengo algo más que aportar. Con la tercera temporada apenas a un mes de su fecha de salida, ¿qué se va a decir de Boku No Hero que no se haya dicho ya?
Bueno, pues aquí estoy yo, como siempre, para aportar mi pequeño granito de arena.

"Yo soy más de mangas/animes seinen", decía yo hace unos meses. Aunque esa declaración siga siendo (más o menos) cierta, un acontecimiento reciente (que ya os estaréis imaginando) ha hecho que reconsidere mi posición.
Gracias a Boku No Hero Academia (abreviémosla durante esta crítica como BnH) he recordado una de mis pasiones más olvidadas en los últimos tiempos: las peleas. Los shonen de pelea. La emoción implícita en ver a dos o más tipos partirse la cara entre ellos. La intensidad y entretenimiento de una buena película o serie de acción pura. Porque sí, quizás esté de moda decir "soy un intelectual a quien solo le gustan las obras profundas con 800 metáforas", pero admitámoslo: esta clase de productos más ligeros también nos encantan. Al fin y al cabo, ¿qué es el arte, sino aquello que sabe transmitir en el espectador las emociones que desea?
En efecto: BnH me parece arte, y pienso explicarte por qué lo considero como tal.
Si te apetece, puedes quedarte y leerme. No pienso entrar en ningún spoiler. ¡Eres bienvenid@!


BnH es un shonen (mangas dirigidos a jóvenes y adolescentes, en los cuales prima la acción), y como tal, bebe de las características más destacadas del género. Su complejidad no llega ni a la suela de los talones a otras series seinen (historias dirigidas para adultos que usualmente contienen mayor profundidad de trama y personajes) verdaderamente intrincadas e íntimas. Sin embargo, en absoluto considero esto como una queja válida, ya que BnH es consciente de su género y de sus limitaciones. Lo he dicho un millón de veces, pero lo repetiré siempre que haga falta: hay que juzgar un producto por lo que pretende conseguir y por lo que acaba consiguiendo respecto a sus intenciones iniciales. El hecho de pertenecer al género seinen no hace automáticamente buena a una historia, de la misma manera que pertenecer al shonen no la hace peor; todo depende de cómo te muevas dentro de tus límites y de lo que seas capaz de cumplir con respecto a tus objetivos.
Por eso, no importa cuántas historias más enrevesadas haya, BnH seguirá siendo una obra maestra, dentro y fuera de su género.

También he de admitir que, a pesar de todo, no se salva de algunos de los arquetipos más comunes en los shonen. El lado positivo de esto es la increíble capacidad que tiene de usarlos a su favor, y así hacer que pasen bastante desapercibidos.
Lo primero que resalta en BnH es su originalidad. Más quisieran el 90% de escritores en Marvel o DC tener siquiera un cuarto de la creatividad que tiene el autor del manga. Vamos a ver un sinfín de personajes diferentes, quienes cuentan con las más disparatadas, divertidas o útiles habilidades. Los diseños rezuman gran imaginación y perspicacia al igual que las distintas personalidades, siempre en consonancia el personaje y sus capacidades. La gran diversidad que hay entre ellos aporta un ambiente atractivo y hace que cada espectador pueda encontrar fácilmente aquel personaje que más le guste o con el que más se identifique.
El entorno creado es uno de los aciertos más destacados ligados a esta originalidad. El mundo de los superhéroes ha estado sufriendo durante décadas una gran carencia: el cambio. Hoy en día, los cómics no hacen más que repetir las mismas historias hasta el cansancio, con los mismos personajes que llevan 50 años dando por culo. Esto llevó al agotamiento de los lectores, quienes hartos de una industria incapaz de avanzar, fuimos perdiendo progresivamente el interés. BnH, en cambio, ofrece novedades. Nos sitúa en un mundo de superhéroes alternativo, que gracias a la monotonía general de los anteriores, se siente más fresco y necesario que nunca.
Y no solo es eso; además, la premisa es totalmente inédita, y encima encaja a la perfección con nuestra sociedad actual sobrecargada de superhéroes: estamos ante un chico sin cualidades sobrenaturales en un mundo donde todos nacen con algún superpoder, y para mayor desgracia, quiere ser un héroe. Ha nacido amándolos y viéndolos. Él siente la impotencia e injusticia, pero aun así, nada le podrá quitar la cualidad más importante que lleva dentro... su auténtico heroísmo.

Midoriya es un protagonista excelente, porque no puede abrirse paso a simples hostias (como hacen la mayoría de héroes de su género). Él conoce la debilidad, y por eso conoce el valor de la bondad y la fuerza de voluntad. Jamás dejará de intentar convertirse en un héroe, aunque tenga que perder una y un millón de veces. En un mundo donde todos son una amenaza para él, su avance y evolución se sentirán reales, emocionantes, merecidas. No vencerá porque "es el más fuerte y ya está"; si sale victorioso es porque se lo ha ganado con sangre, sudor y lágrimas. Aquí no hay progresiones de poder estúpidas: si un personaje no es más fuerte que el rival, perderá; y si quiere ganar, o entrena o recurre a diversas estrategias. En cierto modo es una especie deconstrucción de los típicos protagonistas ultrapoderosos de los shonen, que al mismo tiempo no está demasiado alejada de los mismos.


La primera temporada es una introducción sublime para el espectador. Simple, rápida y efectiva. No profundiza mucho, pero no hace falta. Tiene todos los elementos necesarios que nos engancharán y harán que queramos saber más sobre la serie. Es entretenidísima, fluida, tiene personajes que prometen... ya está.
Y si algo faltaba en esta primera temporada, es cubierto de sobra en la segunda. Sin dejar atrás todas las características que la hicieron un auténtico placer para los sentidos, se ahonda mucho en las motivaciones e identidades de los personajes principales. Estos se hacen más tangibles, por lo que nos encariñamos en mayor medida con ellos. La temática principal sobre la que podremos distinguirlos será su propia definición de lo que implica ser un héroe. Cada uno evolucionará y aprenderá (característica muy necesaria, pero ausente en casi todos los shonen) el auténtico significado de aquello que ansían. Os aviso: es genial.
  
Hablo de Uraraka (¡la adoro!), Todoroki (de las mejores historias, atípica e interesante), Iida (uno de mis favoritos), KirishimaYaoyorozuShinso (me encanta), TsuyuTokoyami (otro que amo), Mina, Jirou... No diré más por miedo a hacer spoiler.
Y ahora mismo me refiero solo de los aprendices; luego tenemos una cantidad igual de profesionales. Tipos y tipas que representan lo mejor de lo mejor; los putos amos, vaya. Son mentores que infringen respeto y autoridad. Eraser Head (¡BRUTAL!), Recovery Girl, Mic o el director...



Entonces, llegamos a un punto clave. Uno de los mayores aciertos de la serie, el pilar principal de la gama de personajes: nada más y nada menos que All Might.
Todo lo que han dicho sobre él es cierto: es el arquetipo de Supermán, pero bien hecho. Me gustaría entrar en (solo) un poco de spoiler ahora. Nada excesivo, es únicamente sobre los primeros episodios.
All Might es el símbolo de la paz. Gracias a él, los índices de criminalidad están por los suelos. No solo es la autoridad suprema: también es la imagen del optimismo, de la seguridad. Es alguien que se sacrifica por los demás. Su inquebrantable espíritu pasará por todo lo que haga falta, salvando vidas siempre con una sonrisa en la cara. Pero... eso está por acabarse. Después de su última gran batalla perdió casi todo su poder, hasta el punto de poder mantener este por un par de horas al día, nada más. Quien antes estaba a cargo de todo, mira ahora impotente cómo sus límites se estrechan mientras que todo aquello por lo que luchó se quebranta. Ya es incapaz de salvar a todos lo que le necesitan por lo que su lucha no es contra algún villano horrible, sino contra sí mismo.
Así es como se maneja a un personaje básicamente invencible. No importa lo virtuoso que All Might sea tanto física como mentalmente, incluso él tiene debilidades realistas.
Ver su evolución y su constante lucha interna es algo fuera de serie; sobre todo cuando consigue sobrepasar sus límites, demostrando así que aún no es inútil y todavía puede representar aquello que ama por encima de todas las cosas. Él es un auténtico héroe, vaya. En cuerpo y en alma.

Enlazando con lo que acabo de comentar, viene otro de los grandes aciertos de BnH: las limitaciones de los personajes. Por lo general, en ambos géneros (shonen o superhéroes) no importa lo destructiva que haya sido una batalla, pues al cabo de unos cuantos episodios y un par de vendas, no habrá consecuancia alguna.
En BnH esto no es así. Que un personaje se lleve al límite traerá consecuencias irreversibles, tanto físicas como psicológicas, que aportarán un altísimo grado de tensión y dramatismo a los momentos. Las acciones que uno toma no pueden ser tomadas a la ligera.

Y esto nos re-dirige, de nuevo, hacia otro de los mayores aciertos: ¿cuál es la característica más destacada de la serie, que ha ayudado en gran medida a su éxito? Las sensaciones que transmite.
BnH es, sin duda, la serie emocionante por excelencia. Gracias a las virtudes de su guión e historia ya contados sumados a un vertiginoso ritmo, tenemos un constante bombardeo de sentimientos. La mayor parte del mérito se lo llevan la banda sonora, maravillosa, brillante, increíble, y me quedo corto; es la principal razón por la que estamos ante uno de los casos en los que la experiencia del anime supera a la del manga. Además, la animación es simplemente magistral. Prácticamente en todos los capítulos habrá momentos donde todos los pelos del cuerpo se te pongan de punta. Las peleas solo alcanzan este gran nivel por el trasfondo que tienen detrás de los guantazos y las explosiones chulas. Está tan bien hecho que puede verse una y otra vez sin resultar cansino. No existe ni un solo segundo aburrido y siempre hay ganas de ver un episodio más.


Mirad el post. Ya he dicho una cantidad considerable de aciertos, ¿no? ¿Serán suficientes para justificar su asombrosa fama actual?
No. Aún me queda discutir el último as en la manga, que da título a este post. ¿Cuál es el mayor acierto de todos?

Más allá de los héroes, el argumento, el entretenimiento y la emoción inherentes a BnH, sigue quedando algo; una característica que trasciende todo el apartado puramente técnico.
Se trata, para mí, de la forma en la que el conjunto es tratado, la conexión de todos los elementos comentados anteriormente: su atractivo optimismo.
Como espectador, quieres vivir esos acontecimientos. Uno se siente realmente atrapado por el ambiente que predomina. Olvidamos el cinismo y la cruda realidad de nuestro mundo. Nos introducimos por completo a la academia de los héroes: somos un alumno más. En mí nacieron unas irrefrenables ganas de entrar allí, pasar los exámenes, conversar con los alumnos, hacer amigos como Iida o Uraraka. Es una serie tan seductora que nos coloca en esa situación, evocando un niño interior nuestro deseoso de aventuras, desventuras, emoción, superación personal; deseos de vivir al máximo. Si vas a ver BnH con un espíritu adulto, te perderás lo que importa de verdad. Has de verla con el optimismo y la inocencia de un adolescente, de un niño, que mira hacia delante mientras vive una serie de duros cambios que le harán caer, esforzarse, aprender para un futuro. Esta serie hace que todos sintamos jóvenes, con todo lo que eso implica. Unos chavales invencibles en un mundo donde todo es posible, todo es emocionante y la satisfacción por alcanzar nuestro sueño será las mejor sensación que uno podrá alcanzar jamás.
Quizás el verdadero acierto de Boku No Hero ha sido coger al espectador actual, acostumbrado a un mundo con abundancia de superhéroes exagerados o fanatismo hacia los mismos, y colocarlo en la debilidad. No estamos junto al héroe imbatible, sino junto a Midoriya, la representación de nosotros mismos; así nos embarcamos en una excitante aventura que todos querríamos vivir, la cual nos llevará desde la total impotencia y debilidad hasta la fuerza, la valentía y el heroísmo. Nos fundimos con los hechos y vivimos junto a nuestro protagonista favorito una experiencia tremendamente atractiva, eufórica, divertida, que sacará a nuestro yo más joven para hacerle disfrutar como nunca antes y motivarlo a seguir adelante con sus objetivos sin importar los obstáculos.
Sin embargo, no todo es oro. Perdonad que os diga esto después de la incontable cantidad de párrafos alabándola, pero es cierto. Existen pequeños detalles que le han impedido entrar en mi categoría estrella, Lo mejor de lo mejor. La mayoría de estos se deben a que estamos ante una historia incompleta (ni siquiera la mitad del manga está animada todavía). Es muy probable que, con la llegada de nuevos capítulos en el futuro, esta serie se gane más aún mi corazón, no lo niego. No obstante, las cosas que me han molestado de la etapa que nos ocupa son las siguientes:

Primero y principal, está el rival de Midoriya, Bakugo. Como he leído el manga y estoy al día, sé que en un futuro se comprenderán mejor sus motivaciones e instintos. Pero por ahora, solo sabemos que es un tipo rabioso sin ningún motivo aparte de servir como típico antagonista desagradable del héroe. Ni en dos temporadas pude establecer ninguna relación afectiva con el personaje, algo que no puedo perdonar tratándose de uno de los protagonistas.

Está claro que, al estar muy ligado al género shonen, no podrá librarse de muchos arquetipos, repeticiones en la estructura básica de la historia, los típicos momentos humorísticos forzados y un tono general muy, muy simple. Las peleas son el foco principal, y a veces el sendero que conduce a ellas se recorre en un tiempo insuficiente.
Todas las chicas (a pesar de ser adolescentes) están continuamente sexualizadas. Y no es que yo tenga un gran problema con eso, es más, no me importa si ese elemento sirve un propósito (me han gustado otras sagas que también lo han hecho, como Gantz); sin embargo, sí forma parte de un aspecto chistoso al que se recurre tanto que, en numerosas ocasiones, me saca de contexto.

Aunque tenemos villanos formidables (como Hero Killer Stein), Shigaraki Tomura, el principal, es pésimo. Lo sé, lo sé, está hecho así a propósito, para que evolucione conforme pasan los capítulos. Aun así, como yo me estoy limitando a analizar las primeras temporadas, lo único que tenemos por ahora es a Tomura en su momento más infantil e inexplicable.


De todas maneras, ninguno de estos detalles son suficientes para hacerme olvidar siquiera por un segundo lo mucho que me gusta BnH y lo jodidamente bien que me lo hizo pasar. 10/10.

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